29.10.07

La Cabina

El Sr. Comedido vuelve a su hogar pletórico, tras una jornada en casa de un amigo. Asado en el estómago y vino en la sangre, predisponen a la filosofía. Con su Mr. Hyde más inocente, el Sr. Cursi, mantienen un profundo debate sobre las diferencias entre piropos y zalamerías. Son temas alegres, reflejo del estado generado por la ingesta. En una esquina, ve a una mujer en una cabina telefónica. Se sostiene en dos bastones canadienses, porque le falta una pierna. Comedido se siente tocado. De pronto, su oportunidad. A la mujer se le cae un bastón y él se acerca a levantarlo. Con ese gesto, por un instante la humanidad quedará redimida de todos sus pecados. Pero cuando lo tiene en la mano y la mira, se da cuenta que ella no está hablando por teléfono.
- Gracias – dijo la mujer, y su mejilla izquierda hizo un movimiento como el que hace la tanza cuando pica un pez: tres tirones cortitos. Luego siguió:
- Yo me doy cuenta, cuando estoy mirando la tele, que mis vecinos me odian a través de la pared. Me desean el mal –agregó mientras se colocaba nuevamente el bastón.
Comedido apostó por la psicología de emergencia y corrió hacia el lado que ella iba:
- Lo mejor que puede hacer es aislarse, ármese una burbuja y métase adentro. No les deje ganar tan fácil, no deje que la perjudiquen.
- Si estoy mirando la tele y me pongo auriculares, es como si tuviera uno roto. Se me meten en la cabeza.
- Es muy feo, me doy cuenta, pero no baje los brazos, no se deje arruinar la vida. Si logran alterarla, le ganan la batalla –dijo Comedido mientras reanudaba su marcha.
- ¿Vive por acá? –preguntó la mujer.
- A unas cuadras – respondió él, casi preocupándose.
- Entonces capaz que nos volvemos a cruzar. Gracias por escucharme.
El Sr. Comedido no pudo ni recordar cuál era su tema de reflexión cuando la encontró.

28.10.07

Ofensa

No quería que le dijeran "cursi", simplemente porque era de dar las gracias.

16.10.07

Apellidos

Fue durante una caminata nocturna. Una mujer estacionaba su auto. Un hombre, con paso tambaleante, se acerca lentamente al vehículo. “El borracho va a molestarla” – piensa el Sr. Comedido, y detiene su andar. El tambaleante está a 2 metros de la puerta de la conductora, cuando ésta apaga el motor. Comedido se preocupa. La calle está oscura. Tambaleante frena y la mira. “La está midiendo ¿qué hago?” –casi desespera Comedido. Ella baja. Saluda a Tambaleante: “buenas noches, papá” –le dice. Comedido se siente estúpido y prejuicioso.

9.10.07

Círculo

De golpe me enojé conmigo, con mi inmovilidad. Con una vida que transcurre gris, encerrada entre huesos. Pensamientos que recorren carreteras de axón, pero que nunca llegan a ningún lado, no tienen destino. Parecen diferentes, pero repiten el esquema. Son rutas con paisajes distintos, pero con el mismo dibujo, con idéntico trazado. Carteles de desvío hay, estoy convencido de eso. Mi problema es no verlos. Temo mirar para el costado y descubrir que puedo ver, que no tengo anteojeras puestas. A veces creo tener capacidad para hacer algo recordable, pero siempre me esfuerzo por lograr la intrascendencia.

1.10.07

Fuga

Cuando se enteró que lo iban a operar, sonrió satisfecho: anestesiado, nadie podría molestarlo.

Odio las pelusillas

¿Quién habrá sido el hijo de puta que decidió que plantar plátanos por todo Montevideo? ¿No merecería ser linchado en plaza pública?