6.7.06

Carta a uno que está bien informado

Estimado Tabaré
Dueño objetivo del Magno Sillón
Presente.-

El martes me desperté “profesionalmente” confundido. No sabía qué carajo hacer con mi vocación. Notaba que había cosas en los medios que no me cerraban, que me hacían dudar de mi continuidad ejerciendo el noble oficio del periodismo. Hasta que tuve la suerte de escucharte a tí mi predicador favorito, el mejor émulo del gran Jimmy Swaggart, hacer un profundo análisis sobre los medios que consumimos los uruguayos.
Tabaré I, tú sentenciaste una serie de verdades hasta ahora desconocidas por nuestra población: “hay medios que son opositores” – exclamaste. En ese preciso instante, o para ser más exactos segundos después, colapsaron las líneas del 911 y de todas las emergencias móviles: miles de personas sintieron que sus psiquis se destruían al enterarse que El País dejó de ser “oficialista de turno” para seguir a las huestes de Saravia. Otros se angustiaron terriblemente: fueron los pocos que votaron al Partido Colorado, al enterarse de que el desaparecido diario El Día era abiertamente batllista.
Pero hay más: resultó ser que El Espectador también es una radio declaradamente opositora según tus sabias palabras, Oh Tabaré I el Comunicador. En ese momento quien se angustió fue Gargano, al recordar cuando Emiliano fue parte de su secretaría: ”Emperador, estuve conviviendo con el enemigo” –susurró a tu oído.
Confieso que en ese momento temblé. Mis adalides de la comunicación se caían cual castillo de naipes, eran ídolos con pies de barro. En un ataque de histeria al más puro estilo Ana O. mis dedos no lograban tipear una sola palabra. Hasta que tú, Gran Predicador, impartiste una verdadera lección de periodismo: “los medios no deberían editar sino pasar los discursos enteros”. Ahí una ovación te interrumpió: se trataba de un grupo de autistas que cada vez que te escuchan logran pestañear gracias al poder benéfico de tu voz.
Recuerdo que seguiste: “deberían diferenciar cuando opinan de cuando informan”, no como ahora que está todo revuelto en espacios que se llaman columnas y/o editoriales. Tras los aplausos, confieso que fui yo el que gritó: “y que el horóscopo no le siga errando, que hace tres meses que debería haber ganado la lotería y me sigo cagando de hambre”.
Ahí, un olor nauseabundo ganó el auditorio: eran el empresario Federico el Grande y su chica, Sonia la Momia, quienes atravesaban la platea: “nosotros estamos contigo, Generosísimo” –te dijeron. Y nos dieron la visión más objetiva de la realidad de nuestro país. Supimos que desde tu llegada al poder desapareció el desempleo, que la riqueza ahora se reparte proporcionalmente, que dejamos de vender nuestro rico patrimonio a las multinacionales, que el Panes fue la salvación de la humanidad, que hay que oponerse al aborto sin escuchar argumentos, que Couriel es lindo, que el yerno de Marina ganó un concurso de oposición y méritos para obtener su cargo en el Inju y que el Toto Rossi es honesto.
Suspiros casi orgásmicos ganaron al auditorio: era la tranquilidad de espíritu que nos volvía a todos al enterarnos de tamañas verdades.
Ahí supe qué debía hacer para lograr ser un periodista de éxito: meterme a estudiar Oncología.
Saludos al que te escribe el discurso.
El Mácula.