24.10.08

Reacción

Sintió su garganta muy apretada, al tiempo que una rodilla le aplastaba el pecho. Pensó que tenía que gritar que lo soltara. Y cruzó los dedos para que el grito fuera una verdadera reacción.

21.10.08

Transpiración, causa y efecto

El Sr. Comedido salió a pasear por las calles de Buenos Aires. Viajó unos 45 minutos en tren, caminó 3 o 4 cuadras, y por fin llegó a la peatonal Florida. Recorrió esta calle, llenó sus oídos de voces que pronunciaban palabras en portugués, chino, inglés e incluso algo que le sonó a holandés. Deleitó su estómago en un café, se endulzó en una tienda de alfajores, y se dejó apabullar por el movimiento masivo incesante, por los cientos de colectivos que se apelotonaban en todas las esquinas, por los miles de autos que circulaban en perfecto desorden, por los taxis que le hacían respirar un deshecho distinto, ya que en lugar de nafta utilizan gas. Horas más tarde, Comedido llegó a donde se hospedaba. Frente a un espejo, notó que su frente brillaba. Se pasó la mano por la superficie que relucía, y no pudo reconocer la textura. No era su transpiración habitual. Tras muchas vueltas, concluyó que el adjetivo que mejor describía el estado de su piel era “aceitoso”. Filosofando en la ducha, atribuyó la novedad al cambio de ambiente, y se preguntó si sería posible determinar qué tipo de sudoración genera cada ciudad. También pensó en llevar una bitácora de transpiraciones donde acumular sus experiencias en futuras travesías.