13.9.08

Tiempo

Un lunes de marzo, tras el verano, comenzaron las clases. Ese día, al volver a casa, miré dibujos animados en la televisión. Al mediodía siguiente, antes de entrar al salón, varios teníamos la misma sensación: los dibujos eran más cortos. “Antes duraban como dos horas y ahora solo media” –dijo alguno. Teníamos 7 años. Tal vez ahí tomamos conciencia que el tiempo era mensurable, fugaz y no volvía. Todos estuvimos de acuerdo en que había que llamar a los canales a protestar.