15.12.07

Citas Gratuitas: Emile Michel Ciorán

"Quien ha vislumbrado, en el comienzo de su carrera, las verdades mortales, llega a no poder vivir con ellas: si les permanece fiel, está perdido. Desaprenderlas, renegar de ellas -única modalidad, para él, de reajustarse a la vida, de abandonar el camino del Saber, de lo Intolerable-. Siguiendo a la mentira, cualquier mentira promotora de actos, la idolatra y espera de ella su salvación. Cualquier obsesión le seduce, con tal de que ahogue en él al demonio de la curiosidad e inmovilice su espíritu. De este modo, envidia a todos los que, a favor de la plegaria o de cualquier otra manía, han detenido el curso de sus pensamientos, abdicado de las responsabilidades del intelecto, y hallado, en el interior de un templo o de un asilo de alienados, la dicha de estar acabados."

Emile Michel Ciorán. La tentación de existir. Ed. Taurus, colección Humanidades. Buenos Aires, 1990.

13.12.07

Camaleón

El Sr. Pedante dijo: "Yo soy inteligente. Veo la realidad desde otro lado. Tengo la capacidad de ver donde para otros está todo oscuro". Ahí se dio cuenta que mucho de lo que consideraba que sólo él y los de su casta veían, dolía. Ahí pensó que quienes no ven en la oscuridad pueden ser más felices. "Ojos que no ven, corazones que no sienten", canta La Renga. Y Pedante siguió mirando. Y Pedante vio al mundo. ¿Qué necesidad tenía? Y se cambió el apellido.

12.12.07

El puto teléfono

El mensaje que escuché al despertar decía “Te llamo para mandarte un abrazo y un beso. No hagas cagadas”. Me lo había dejado Diego. No sabía a qué se refería. Lo llamé. Tuvo la desgracia de tener que contarme que murió Gerardito. Puteé al teléfono, le pegué a la pared y a la cama. El Trufa me escribió: “Sonsol está diciendo que murió Gerardo Graña. Lo siento”. Los mensajes se repitieron. Todos transmitían que sabían que Gerardito era un buen tipo. Todos decían, a su manera y en su medida, que lo apreciaban y lo querían. Todos sabían que yo lo quería un montón, por suerte él también. Cuando sacó el libro “18 años de parodismo deportivo”, me puso en la dedicatoria “para un hermano que me dio la vida”. Estas son las peores líneas que escribí en mi vida, una poronga de texto. No son suficientes para recordar a un tipo que estaba siempre ahí, firme. Que podía llamar a las 2 am para ir a cabaretear, como llamar a las 6 am para hacerme escuchar el relato del último minuto de un partido entre su Atenas y mí Unión Atlética, donde curiosamente ganó el primero. Hermano, desde el nudo que une mi garganta con mis huevos, la concha de la madre y salú.