18.1.10

Ojotas

Había algo en el viejo que caminaba por la orilla, en la zona en que las olas se hacen espuma y el agua apenas acumula unos centímetros de altura; tal vez su paso cansino o la forma en que le colgaban los brazos, desproporcionadamente largos, imagen que se acentuaba gracias a gigantesca casaca de basquetbolista que usaba; tal vez el secreto estaba en cómo cargaba sus ojotas, sosteniéndolas descuidado con apenas dos dedos; tal vez era su cabeza gacha y los ojos que sólo abandonaban el piso para otear el mar, pero el conjunto hacía suponer que quería que la resaca lo llevara y que lejos de oponer resistencia se dejaría flotar dócil, pleno de tranquilidad.

1 comentario:

Marcelo dijo...

Esta bueno.!