22.6.07

Violento como un estornudo II (Bukowski pone la yapa)

"La esclavitud no ha sido abolida, solamente se ha expandido para incluir a nueve décimas partes de la población. En todas partes. Santa Mierda."

Charles Bukowski en Hijo de Satanás. Citado como epígrafe en El nido de la serpiente, de Pedro Juan Gutiérrez.

Mediocres precavidos

Hay una frase que se repite, por parte de tantos y tantos egresados de comunicación de las hermosas instituciones de enseñanza terciaria: "no hago periodismo de periodistas". Primer grave error: en todo caso, al menos digan “periodismo sobre (lo que hacen otros) periodistas”. Evítense el papelón y aprendan gramática, analfabetos.
Pero lo lamentable es que repiten su afirmación como si fuera una verdad absoluta, como si fuera tan cierto, que no necesita demostración. Para ellos, es un axioma. Y me hincha la punta de la japi. El que no quiere que los periodistas sean considerados plausibles de ser protagonistas de información, es el que tiene miedo de equivocarse y quedar pegado en el futuro. Es el que tiene cola de paja o el que tiene mala leche. Son protagonistas de un corporativismo estúpido. Me hacen acordar a los que hablan de “códigos”. Los “códigos” del fútbol, los “códigos polítios”, los de carnaval y todos los que se les ocurran, jamás ayudan a quien hace las cosas bien. Siempre están para cobijar al que metió la pata. “No lo prendas fuego, tené códigos”.
A ver: si un periodista no dice que otro cometió un plagio o que un medio mintió ¿no está ocultando algo importante a sus lectores / oyentes / televidentes? ¿No es importante para la población de un país estar al tanto de la calidad de los medios que consume?

Citas gratuitas: Pedro Juan Gutiérrez

"Bajé la loma furioso. Iba pedaleando duro y quería reventarme contra una pared. Yo no tenía amigos. Conocidos sí, miles de conocidos. Pero en el fondo era un solitario. Ni un amigo para ir a verlo, emborracharnos, ecuchar boleros y llorar un poquito. No. Nada. Logré controlar el chivo para no estrellarme y me fui a casa de la negra vieja. Tenía aguardiente. Le compré una botella y me senté a la orilla del mar. A beber en silencio. En la calle Pavía había un pequeño malecón, con un muro. Era una zona de almacenes de Coca Cola, de alimentos importados y de los trenes de carga. Todo estaba cerrado y abandonado hacía tres o cuatro años. Era un lugar solitario. Me senté frente al mar y me tragué unos cuantos buches de aquella metralla. Me sentía furioso, pero en el fondo me daba igual. Quizás fue bueno que ella tomara la iniciativa y me botara."

Pedro Juan Gutiérrez. El nido de la serpiente. Memorias del hijo del heladero. Anagrama. Barcelona, 2006.

13.6.07

Violento como un estornudo

Es increíble cómo, el convencimiento de muchas personas acerca de la utilidad de ser servil en el trabajo, afecta la salud ajena. En Uruguay hay epidemia de gripe. En el lugar donde trabajo, varios empleados contrajeron la enfermedad. Los doctores les dieron a todos entre 3 y 4 dìas de licencia médica. El tema es que más de uno resolvió volver antes de ese plazo, es decir, sin estar aún recuperado. Y encima proclamando "qué buen empleado que soy, volví antes de tiempo". Una completa gilada. Pero lo peor es que haya jefes que crean que un empleado que se reintegra convaleciente es un buen trabajador. Para las dos castas de infradotados, van dedicados los siguientes conceptos: reintegrarse al trabajo mientras uno está enfermo no es de vivo, es de siervo. Atenta conra la propia salud y, por si esto fuera poco, lo transforma en un foco infeccioso para el resto de sus compañeros. El que se lo festeja es un banana, porque no se da cuenta que por culpa de uno, caerán enfermos otros. Tampoco tienen en cuenta que muy probablemente el pseudo esclavo tendrá una recaída. Ni cerca de sus neuronas está el darse cuenta que con esas actitudes recargan de trabajo a otros compañeros, que terminarán estresados.
Así que quien o quienes sean responsables de mi gripe, pueden irse a la putísima madre que los parió.

4.6.07

Citas Gratuitas: Pérez Reverte x 2

"Hay días en que ya no aspiras en absoluto a que cambie el mundo -a estas alturas sabes que no hay más cera que la que arde- sino sólo a que ese mundo te dé por saco lo menos posible. A quedarte fuera, si puedes, o al margen, y que todo lo que te molesta o te importa un carajo, que son unas cuantas cosas, venga a rozarte lo imprescindible; como cuando, antiguamente, los duelistas a pistola se ponían de perfil para ofrecer menos blanco al adversario."

"La verdad -las cosas como son- es que en momentos cruciales como la guerra de Irak, todos esos mierdas se ganaron el jornal, adaptándose con pasmosa flexibilidad a cada coyuntura: virtuosos de la contradicción propia sin consecuenias, especialistas en afirmar exactamente lo contrario de lo que afirmaban semanas atrás, maestros en echar cortinas de humo con la coletilla: yo siempre sostuve que. Y ojo, no hablo de quienes, a su manera, por convicción ideológica o por los garbanzos, justifican su salario de honrados merenarios trabajando para quienes les da de comer. Eso lo hace hasta el que aprieta tornillos en la Renault. No. Hablo de los otros. De ciertos impúdicos polivalentes, útiles lo mismo para un cocido que para un estofado. De los trincones golfos que, entre lametones y lametones, viajes en aviones presidenciales y comidas finas -en las que nunca pagan ellos la cuenta- ensañándose con el débil y adulando al poderoso, tienen los santos huevos de manipular y mentir como ratas, mientras se proclaman sin ningún rubor ecuánimes, equilibrados, vírgenes y honorables".
No sé a qué periodista se refería Pérez Reverte, pero conozco varios en Uruguay a los que se les aplica esta última cita.

De No me cogeréis vivo. Arturo Pérez Reverte. Círculo de Lectores. Barcelona 2006.