7.1.09

Proyectos

La mano venía de conversa. Cual lagartos tendidos al sol, Comedido y su amigo Escritor espiaban el horizonte montevideano. Veían grandes barcos cargueros entrar y salir del puerto, por lo que la navegación se volvió tema de charla.
-Dicen que este año vienen más de 180 cruceros a Montevideo, dijo Escritor.
-Dicen.
-Y parece que cada uno trae miles de personas.
-Son como una ciudad. Conozco a un uruguayo que toca la batería en una orquesta de un crucero. Él sabe que en el mismo barco trabajan otros 7 uruguayos, pero en 3 años no conoció a ninguno.
-Esa gente baja y gasta plata, continuó Escritor con interés comercial. Habría que armarles servicios, mostrarles la ciudad, agregó.
La febril imaginación de ambos se disparó. Rápidamente comenzaron a diagramar circuitos turísticos. El primero, futbolístico. Ese recorrería el Parque Central (estadio donde se jugó el primer partido por un mundial de fútbol), el monolito que recuerda el arco donde se hizo el primer gol (en una desaparecida cancha del barrio Pocitos), el Estadio Centenario (inaugurado para aquel evento) y el museo del fútbol. Luego planificaron otro que llevaría a los turistas por el Teatro Solís (primer teatro de América) y la Sala Zitarrosa (en tanto teatro moderno). Ahí sus ánimos comenzaron a decaer. Ya la imaginación escaseaba.
-Los que vienen de afuera están acostumbrados a otras distancias. Podemos llevarlos a Colonia del Sacramento, a la Fortaleza de Santa Teresa, lugares históricos así, sugirió Comedido.
-También se podría hacer algo con las iglesias... Pero habría que trabajar.
-El otro día una arquitecta cordobesa me dijo que los uruguayos somos vagos.
-Sí, respondió Escritor con tono dubitativo.
Y los dos bajaron los brazos.

1 comentario:

El Trufa dijo...

Se agradece.