19.5.08

Propietario

- Váyanse todos para afuera, que el dueño de casa quiere usar el baño –dijo con aire señorial, refiriéndose a sí mismo en tercera persona. Acto seguido, comenzó a empujar a los que estaban metidos en el gabinete higiénico.
Así sacó a las que habían entrado a conversar, a aquel que se había sentado a leer por décima vez los componentes del desodorante y una revista de historietas que conocía de memoria, a los que estaban tomando merca, a la que se apretaba un granito frente al espejo, a la que se depilaba las cejas, al que jugaba con el bidet como si fuera una fuente, a uno que se cortaba las uñas de los pies, a otro que fumaba a escondidas y tiraba las colillas en el water, a la que hacía 45 minutos estaba maquillándose, a otro que ensayaba gestos pensando seducir a una mina, al obsesivo que se lavaba las manos cada 2 horas, al que se bañaba cada vez que tenía sexo, al que se masturbaba, a la que le daba vergüenza haberse cambiado el tampón y lo tiraba en el retrete, al que cepillaba sus dientes hasta que le sangraban las encías, al que se afeitaba por secciones para ver cómo le quedaba la cara con distintos dibujos de pelo, al que se peinaba el bigote y a la que se retorcía para ver si no se le escapaba el borde de la bombacha sobre la cintura del pantalón
Y cuando por fin quedó sólo, se acordó que en realidad él alquilaba.

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