17.3.09

Reflexión asiática sobre la Biblia

Hoy, en pleno paseo por Asia, pensé en la Biblia. Y creí tener un momento de lucidez, algo bien de asiático. Pensé que el dichoso libro es una gran metáfora que sólo dice una cosa: la tierra prometida, el cielo, es esta vida que vivimos. Es que el añejo texto es una guía de conducta, una sucesión de preceptos para sentirnos mejor como colectivo y como individuos. Si todos nos preocupáramos por los demás, si defendiéramos a los débiles, si quisiéramos como a nosotros mismos, la humanidad estaría mejor. Pero el proceso de entender eso es largo y aceptarlo parece incluso ser algo vinculado a la cadena evolutiva. Somos, al menos por ahora, el único animal que razona. Tenemos que aprender a hacerlo. El primer paso fue el obvio, el más “salvaje”: utilizamos la inteligencia para dominar otras especies y así poder sobrevivir. Eso nos puede haber mostrado algo ventajeros. El segundo fue aprender que podemos convivir con la capacidad de pensar, sin encerrarnos en nuestras cabezas de una manera “oratizante”. Como los dos primeros pasos tienen algo de individual, el tercero es, a priori, el que parece más difícil: utilizar el pensamiento para mejorar la vida colectiva. Todo esto por pensar en la Biblia paseando por Asia. Soy ateo. No sé si ya lo dije, pero lo repito.

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