Una noche de otoño, después que pasó la Onda, quedó un mazo de naipes en el almacén y bar. Los únicos presentes eran el Boina, el empleado Antiguo y el Nuevo. Los seis ojos se posaron en los naipes y rápidamente, los cuatro ojos de los de la estación de nafta se posaron en los del dueño del local:
-Yo al Tambero no lo voy a buscar, dijo el Boina.
-Pero si él está podemos hacer un truco de cuatro, respondió el Nuevo.
El Boina pensó unos segundos y, con pretendida elegancia tuvo el mayor gesto de generosidad de su vida:
-Votemos, sugirió.
Desde ahí el pueblo tuvo nombre: Plebiscito.
25.5.09
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario